jueves, 1 de marzo de 2012

COTORROS PORTEÑOS

En algunos conventillos de Buenos Aires, había piezas para grupos de hombres solos, generalmente inmigrantes solteros. Los conocidos cotorros o bulines, eran el típico hábitat del compadrito, ese tipo social híbrido de gaucho urbanizado y de inmigrante, frecuentemente dedicado a cafisho.

Para una visión del interior de un cotorro, nada más pertinente que esta imperdible "descripción de la pieza de El Cívico", famoso rufián descendiente de albanos, que de 1905 a 1908 ocupó la pieza Nº 15 del conventillo El Sarandí, en Sarandí entre Constitución y Cochabamba:

“Algunos muebles Luis XV, con moñitos y muñecos. Almohadones pintados por amigos suyos en la cárcel. Retratos de él en profusión (cantando, bailando o en fiestas campestres). Sobre la cabecera de la cama los retratos de los padres de La Moreira (su mujer, a la que explotaba), y a los costados dos largos tarjeteros, con recuerdos de Andalucía para ella y saludos para él desde Ushuaia. En una cola de crin, peines y peinetones. Una lámpara a kerosén de gran tamaño, que El Cívico prestaba a los vecinos, cuando en el patio había ‘bailongo’…En el flanco visible del ropero una costosa guitarra…en una funda de terciopelo celeste, con un pavo real bordado y debajo la palabra ‘Recuerdo’; trabajo también carcelario. Sobre la cama, una policroma manta pampa, que él usaba además para los carnavales, en su disfraz de matrero. A cada lado de la cama, una alfombra floreada, y a la cabecera (hacia un costado, para que no la ocultase el mosquitero de tul blanco), una imagen de San Roque. Debajo de la almohada el cuchillo, la daga o el sable bayoneta (arma de guapos)…Dejaba dormir sobre la manta pampa a su perro foxterrier llamado Pito. En el toilet, gran colección de adminículos de maquillaje y atavío y frascos de perfume (entre ellos, el infaltable ‘Sola mía’). En el espejo del ropero, en los ángulos de arriba, pintados en varios colores, ramitos de rosa…Una reposera de viaje en la que El Cívico…solía dormir la siesta. En una rinconera, un reloj de música, que, antes de dar la hora, tocaba los primeros compases del Himno Nacional. En la puerta y en la ventana, cortinas de hilo bordado. En una mesita construida ad-hoc, el equipo del mate. El mate –de tres pies- y la bombilla, de plata y oro. La azucarera estaba hecha con el caparazón de un peludo. Del dintel partía un toldito para el mate de la tarde…en el patio”.

En la foto, el gran Julián Centeya, hombre gris de Buenos Aires a quien le hacemos este humilde homenaje.




jueves, 1 de marzo de 2012

COTORROS PORTEÑOS

En algunos conventillos de Buenos Aires, había piezas para grupos de hombres solos, generalmente inmigrantes solteros. Los conocidos cotorros o bulines, eran el típico hábitat del compadrito, ese tipo social híbrido de gaucho urbanizado y de inmigrante, frecuentemente dedicado a cafisho.

Para una visión del interior de un cotorro, nada más pertinente que esta imperdible "descripción de la pieza de El Cívico", famoso rufián descendiente de albanos, que de 1905 a 1908 ocupó la pieza Nº 15 del conventillo El Sarandí, en Sarandí entre Constitución y Cochabamba:

“Algunos muebles Luis XV, con moñitos y muñecos. Almohadones pintados por amigos suyos en la cárcel. Retratos de él en profusión (cantando, bailando o en fiestas campestres). Sobre la cabecera de la cama los retratos de los padres de La Moreira (su mujer, a la que explotaba), y a los costados dos largos tarjeteros, con recuerdos de Andalucía para ella y saludos para él desde Ushuaia. En una cola de crin, peines y peinetones. Una lámpara a kerosén de gran tamaño, que El Cívico prestaba a los vecinos, cuando en el patio había ‘bailongo’…En el flanco visible del ropero una costosa guitarra…en una funda de terciopelo celeste, con un pavo real bordado y debajo la palabra ‘Recuerdo’; trabajo también carcelario. Sobre la cama, una policroma manta pampa, que él usaba además para los carnavales, en su disfraz de matrero. A cada lado de la cama, una alfombra floreada, y a la cabecera (hacia un costado, para que no la ocultase el mosquitero de tul blanco), una imagen de San Roque. Debajo de la almohada el cuchillo, la daga o el sable bayoneta (arma de guapos)…Dejaba dormir sobre la manta pampa a su perro foxterrier llamado Pito. En el toilet, gran colección de adminículos de maquillaje y atavío y frascos de perfume (entre ellos, el infaltable ‘Sola mía’). En el espejo del ropero, en los ángulos de arriba, pintados en varios colores, ramitos de rosa…Una reposera de viaje en la que El Cívico…solía dormir la siesta. En una rinconera, un reloj de música, que, antes de dar la hora, tocaba los primeros compases del Himno Nacional. En la puerta y en la ventana, cortinas de hilo bordado. En una mesita construida ad-hoc, el equipo del mate. El mate –de tres pies- y la bombilla, de plata y oro. La azucarera estaba hecha con el caparazón de un peludo. Del dintel partía un toldito para el mate de la tarde…en el patio”.

En la foto, el gran Julián Centeya, hombre gris de Buenos Aires a quien le hacemos este humilde homenaje.