sábado, 3 de marzo de 2012

TRANVIAS, LA CARNE Y EL PETISO OREJUDO: Breve historia de la estación Vail

Un domingo de carnaval, el 27 de febrero de 1870, comienzan a traquetear cansinamente por Buenos Aires aquellas moles de metal tiradas por dos lánguidos caballos, deslizándose suavemente sobre una doble fila de rieles, dejando oír sus chirridos y provocando temores.
Se polemizaba acerca de que el retemblar de los pesados armatostes provocaría el aflojamiento de los cimientos de las casas, el derrumbe de las paredes y la desvalorización de las propiedades.
A la pachorra pueblerina, les inquietaba la posibilidad de serios accidentes, por lo que hubo que anteponer a cada coche, abriendo paso a unos treinta metros de distancia, un empleado a caballo que se llamó "postillón", que portaba un verde uniforme, agitando una bandera roja y soplando un cornetín, como advertencia de que se acercaba el "peligroso vehículo.

Con el tiempo se dejó la tracción a sangre para utilizar la electricidad. Cada línea poseía un color que la distinguía. El rojo de los Eléctricos, el verde del Lacroze y el amarillo del frigorífico Anglo Argentina.

En 1910 esta empresa quedó dueña de toda la red tranviaria, la más grande del mundo, con más de 2000 coches y 240 millones de pasajeros al año, con un suculento ingreso de más de 25 millones de pesos.

Una de las estaciones más importantes de esta red, fue la estación Teodoro Vail, en Boedo. Esta estación llevaba ese nombre en conmemoración a Theodore Vail, director de la empresa telefónica estadounidense AT&T. El hombre, había conocido Argentina haciendo negocios para electrificar tranvías.

La carne de la Anglo era faenada en la zona de Mataderos, se transportaba en contenedores hasta la Estación Liniers, y desde esta última, a la estación Vail.
Desde Vail, la carne se distribuía a los distintos puntos de la ciudad. Por supuesto que las formas de distribución cambiaron y con el tiempo la estación se convirtió en lugar de guarda de los coches muchas de las líneas tranviarias, hasta 1962 donde cesó el servicio de tranvías en nuestra ciudad.

Actualmente en el lugar se encuentra la nueva Plaza de Boedo, y allí quedan algunas ruinas de esa vieja estación que en 1912 recibió la visita de uno de los personajes porteños más macabros: “el petiso orejudo”.
Así lo reflejan los relatos de época:

“El 24 de septiembre de 1912, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.”


Metejon de Barrio

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sábado, 3 de marzo de 2012

TRANVIAS, LA CARNE Y EL PETISO OREJUDO: Breve historia de la estación Vail

Un domingo de carnaval, el 27 de febrero de 1870, comienzan a traquetear cansinamente por Buenos Aires aquellas moles de metal tiradas por dos lánguidos caballos, deslizándose suavemente sobre una doble fila de rieles, dejando oír sus chirridos y provocando temores.
Se polemizaba acerca de que el retemblar de los pesados armatostes provocaría el aflojamiento de los cimientos de las casas, el derrumbe de las paredes y la desvalorización de las propiedades.
A la pachorra pueblerina, les inquietaba la posibilidad de serios accidentes, por lo que hubo que anteponer a cada coche, abriendo paso a unos treinta metros de distancia, un empleado a caballo que se llamó "postillón", que portaba un verde uniforme, agitando una bandera roja y soplando un cornetín, como advertencia de que se acercaba el "peligroso vehículo.

Con el tiempo se dejó la tracción a sangre para utilizar la electricidad. Cada línea poseía un color que la distinguía. El rojo de los Eléctricos, el verde del Lacroze y el amarillo del frigorífico Anglo Argentina.

En 1910 esta empresa quedó dueña de toda la red tranviaria, la más grande del mundo, con más de 2000 coches y 240 millones de pasajeros al año, con un suculento ingreso de más de 25 millones de pesos.

Una de las estaciones más importantes de esta red, fue la estación Teodoro Vail, en Boedo. Esta estación llevaba ese nombre en conmemoración a Theodore Vail, director de la empresa telefónica estadounidense AT&T. El hombre, había conocido Argentina haciendo negocios para electrificar tranvías.

La carne de la Anglo era faenada en la zona de Mataderos, se transportaba en contenedores hasta la Estación Liniers, y desde esta última, a la estación Vail.
Desde Vail, la carne se distribuía a los distintos puntos de la ciudad. Por supuesto que las formas de distribución cambiaron y con el tiempo la estación se convirtió en lugar de guarda de los coches muchas de las líneas tranviarias, hasta 1962 donde cesó el servicio de tranvías en nuestra ciudad.

Actualmente en el lugar se encuentra la nueva Plaza de Boedo, y allí quedan algunas ruinas de esa vieja estación que en 1912 recibió la visita de uno de los personajes porteños más macabros: “el petiso orejudo”.
Así lo reflejan los relatos de época:

“El 24 de septiembre de 1912, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.”


Metejon de Barrio

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