miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL VERDADERO "CAPITAN FRIO"

Para 1869 la industria saladeril porteña estaba en bancarrota debido al cierre del mercado norteamericano de tasajo y al rechazo de las carnes argentinas en algunos países de Europa.

En 1876 se realizaron los primeros ensayos para la importación de reses frescas, conservadas por el método del francés Charles Tellier, que consistía en mantener las carnes en atmósfera fría y seca.

En ese año en el vapor “Lé Frigorifique” se embarcaron 17.539 kilos de carne vacuna y 3.500 de carne ovina, bajo la dirección del mismo Tellier, quién equipó al vapor con dos máquinas de éter metílico de 40.000 frigorías cada uno.

El buque llegó al Río de la Plata con la mercadería en medianas condiciones. "Le Frigorifique" arribó a Buenos Aires el 25 de diciembre de 1876.

Las carnes fueron probadas en una comida celebrada dos días más tarde a bordo del barco, en donde pudo comprobarse que, a pesar de su gusto algo desagradable, se hallaban en buen estado de conservación. La alteración del sabor era motivada por el largo tiempo que la carne había permanecido en las cámaras frigoríficas (entre 50 y 105 días).

El acontecimiento conmocionó a un grupo de ganaderos de la Sociedad Rural, quienes hicieron una “vaquita” para comprar ganado, enviandolo luego de regreso a Europa en el mismo buque.

Un año más tarde, el vapor “Le Paraguay”, equipado con un sistema de refrigeración mejorado (el método Carré-Julien de congelamiento a -30°C), descargó en Buenos Aires con carne en perfectas condiciones.

Los capitales británicos no perdieron la oportunidad y desarrollaron el sistema, tan útil para proveer a Gran Bretaña de la carne que necesitaba, y hasta ese momento imposible de traer desde la Argentina por la gran distancia.

Nacía así, la industria frigorífica Argentina.

1 comentario:

  1. Nací y me crié en la Quinta Bollini, hoy Palermo Holywwod. Que chiste; para los pibes del barrio, seguirás siendo la quinta.
    Bollini al fondo,
    mi calle, mi gente,
    tu misterio hondo de tristeza ausente.
    La vía, el terraplén,
    de reple cortada,
    aullido del tren pitando la nada.
    A mi Barrio, Carranza y Niceto Vega.

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miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL VERDADERO "CAPITAN FRIO"

Para 1869 la industria saladeril porteña estaba en bancarrota debido al cierre del mercado norteamericano de tasajo y al rechazo de las carnes argentinas en algunos países de Europa.

En 1876 se realizaron los primeros ensayos para la importación de reses frescas, conservadas por el método del francés Charles Tellier, que consistía en mantener las carnes en atmósfera fría y seca.

En ese año en el vapor “Lé Frigorifique” se embarcaron 17.539 kilos de carne vacuna y 3.500 de carne ovina, bajo la dirección del mismo Tellier, quién equipó al vapor con dos máquinas de éter metílico de 40.000 frigorías cada uno.

El buque llegó al Río de la Plata con la mercadería en medianas condiciones. "Le Frigorifique" arribó a Buenos Aires el 25 de diciembre de 1876.

Las carnes fueron probadas en una comida celebrada dos días más tarde a bordo del barco, en donde pudo comprobarse que, a pesar de su gusto algo desagradable, se hallaban en buen estado de conservación. La alteración del sabor era motivada por el largo tiempo que la carne había permanecido en las cámaras frigoríficas (entre 50 y 105 días).

El acontecimiento conmocionó a un grupo de ganaderos de la Sociedad Rural, quienes hicieron una “vaquita” para comprar ganado, enviandolo luego de regreso a Europa en el mismo buque.

Un año más tarde, el vapor “Le Paraguay”, equipado con un sistema de refrigeración mejorado (el método Carré-Julien de congelamiento a -30°C), descargó en Buenos Aires con carne en perfectas condiciones.

Los capitales británicos no perdieron la oportunidad y desarrollaron el sistema, tan útil para proveer a Gran Bretaña de la carne que necesitaba, y hasta ese momento imposible de traer desde la Argentina por la gran distancia.

Nacía así, la industria frigorífica Argentina.

1 comentario:

  1. Nací y me crié en la Quinta Bollini, hoy Palermo Holywwod. Que chiste; para los pibes del barrio, seguirás siendo la quinta.
    Bollini al fondo,
    mi calle, mi gente,
    tu misterio hondo de tristeza ausente.
    La vía, el terraplén,
    de reple cortada,
    aullido del tren pitando la nada.
    A mi Barrio, Carranza y Niceto Vega.

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